Durante el año que acaba de terminar, igual que
en los anteriores, me he portado muy bien. He pagado religiosamente mis
impuestos para que políticos, banqueros, asesores municipales y cocougeteros
puedan desempeñar sus importantes funciones sin sufrir apuros económicos. He
cuidado mi lenguaje para que, observando escrupulosamente el dogma políticamente
correcto, no ofendiese a ninguna de las minorías que enriquecen nuestra sociedad
multicultural: no he llamado negro a ningún negro, marica a ningún marica,
ladrón a ningún concejal ni marimacho a ninguna feminista.
He aceptado mi inferioridad como ciudadano de
segunda por ser blanco, español y heterosexual. He pagado con alegría y buena
disposición todas las comisiones, recargos y demás gabelas que mi banco me ha
impuesto como pago a su loable labor por administrar mis cada vez más escasos
ahorros. Hasta he escuchado el discurso de Navidad de vuestro colega, ése al que
llaman rey de España, sin echar la pota.
Como veis, me he portado como un perfecto
gilipollas ciudadano.
La recompensa a ese ejemplar
comportamiento, ha sido la siguiente:
He visto cómo las condiciones laborales
se han degradado y ha desaparecido cualquier atisbo de derechos sociales para
los españoles. Millones de mis compatriotas han perdido su empleo y son cada vez
más numerosos los que se ven obligados a buscar su sustento entre la basura.
Mientras, las escasas ayudas sociales son acaparadas por inmigrantes. Los
impuestos son un verdadero atraco cuyo producto va directamente a los bolsillos
de los mismos usureros y especuladores que han provocado la actual crisis. Los
políticos roban descaradamente y esconden el fruto de su rapiña en paraísos
fiscales. La Sanidad pública, sobrecargada por una avalancha inmigrante
disparatada, está siendo regalada a los amigos de los políticos para convertir
nuestra salud en un negocio más.
El Gobierno de España está claudicando ante el
terrorismo separatista y liberando sin ningún pudor a asesinos etarras con los
más peregrinos pretextos. Se está consintiendo y alentando que la mafia
separatista catalana consiga sus criminales objetivos sin la más mínima
oposición.
Un sistema educativo demagógico y estúpido ha conseguido que el
nivel cultural y moral de los españoles sea cada vez más bajo. Se está
convirtiendo al Pueblo español en un rebaño estúpido y cobarde para que pueda
ser fácilmente explotado por el poder financiero internacional.
Por todo ello, he decidido dejar de portarme
bien, lo que pongo en vuestro conocimiento para que os abstengáis de traerme
regalos este año.
A partir de ahora voy a hacer cuanto esté en mi mano para
acabar con este Sistema de mierda.
Declaro que me cago en la democracia y en
quien la trujo. Que estoy hasta los aparejos de políticos ladrones, de progres
imbéciles, de banqueros rapaces y de cocougeteros mamones. Que odio a todos los
perroflautas, okupas y demás morralla "antifa" que sigue fielmente las consignas
de un Sistema al que dicen combatir para fagocitar y mediatizar cualquier atisbo
de auténtica rebelión en la calle.
Que este Sistema hipócrita, mientras
alardea de tolerancia y libertad de expresión, encarcela a libreros que no pasan
por el aro de lo políticamente correcto y a patriotas que han osado defender su
vida de un linchamiento antifascista. Que la marabunta inmigrante, además de
ocupar puestos de trabajo en perjuicio de los españoles, de incrementar la
delincuencia y de acaparar las ayudas sociales, está contribuyendo al
aniquilamiento de nuestra identidad cultural y racial como españoles y como
europeos.
Aprovecho para advertiros de que si os atrevéis a entrar en mi
domicilio la noche del día 5, no respondo de vuestra integridad física. Porque
creo que en España, entre otras cosas, sobran reyes, negros y
camellos.
Atentamente,
Un español de a pie.